El Simbolismo masónico.
- RLS.·. Heracles
- 27 feb
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SIMBOLISMO PARA JUNG
Para poder describir mejor el concepto de “símbolo” y poder pasar al concepto de “simbolismo masónico”, es necesario hacer una distinción precisa. Para ello, es necesario hacer uso de la reflexión de una voz autorizada como lo es Carl G. Jung. Para Jung, un símbolo es una expresión que reproduce la mejor manera posible un suceso o una situación compleja que todavía no aclarada por la conciencia. Para ello, se necesita de una “descomposición analítica” el cual consigue explicar componentes elementales y originarios. Para ello, es preciso hacer una distinción entre lo que es la semiótica, es decir la significación y explicación de los signos, y el símbolo en sí. Menciona Carl Jung al respecto que: “El símbolo quiere significarse una expresión indeterminada o equivoca, que señala en dirección a una cosa difícilmente definible y no del todo identificada. El signo tiene un significado preciso, por ser una abreviatura (convencional) de una cosa conocida o una alusión a ella de uso general”.
Es entonces que, para Jung, el símbolo es una abreviación de una cosa. Un símbolo, tal cual, pierde su carácter de enigmático y su riqueza significativa es un signo. En cuanto a un signo, los signos son usados, de manera arbitraria incluso, para los que pertenecen a una comunidad semiótica, es decir de hablantes o usuarios que se apoderan de los signos, pues con ello comparten saberes con respecto al valor del signo y sus significados. Hay que establecer que esta concepción del símbolo de Jung tiene su sustento en la tradición romántica alemana, en tanto que a simbolismos religiosos. Para Todorov, por ejemplo, la simbología junguiana tiene dos caracteres tomados del romanticismo, a saber: la “intransitividad y la sinteticidad”. Lo explica de esta manera: “El término intransitividad es un término relativamente contemporáneo (…) para indicar la no referencialidad de la palabra poética, es decir, su modo de agotarse en sí misma y de rechazar cualquier tipo de instrumentalización con miras a obligarle a referirse a algo que esté más allá de ella misma”. Con esto, quiero decir que para Jung un símbolo está vivo por el hecho de que quien con lo contempla es, para él, la mejor expresión posible de lo presentido y lo no sabido. Esto es que, para tales efectos, produce para el contemplador una participación inconsciente. Así pues, estamos hablando de una experiencia.
El SIMBOLISMO MASÓNICO
BREVE REPASO DE SUS ORÍGENES
Según para Pere Sánchez, en 1419 llegó a Florencia el manuscrito llamado la “Yeroglyphica” de Horapolo, el cual revelaba la sabiduría egipcia representada por misterios y enigmas por medio de emblemas, lo cual sería algo así como los jeroglíficos. Dicha obra fue fuente de inspiración para el emblema humanista, que en este caso estamos hablando del arte y pensamiento renacentista.
Esta obra supuso la posibilidad de estudiar y comprender los jeroglíficos egipcios, que para los renacentistas como Ficino, dichos jeroglíficos eran las “copias de las ideas divinas de las cosas”. ¿Alguna relación con lo que pensaba Jung de los símbolos?
Alciato, jurista y escrito italiano renacentista, fue quien, en el siglo XVI llevó a la discusión en Europa el término de emblema. La etimología de emblema viene del griego y refiere a lo que está puesto dentro o encerrado”. Un emblema, tal cual, es un símbolo que representa algo. Así pues, este tipo de obras, cargadas de emblemas, se multiplicaron a lo largo de ese siglo, haciendo que dichas obras fueran un vehículo para transportar la sabiduría antigua por toda Europa y más allá. Una de esas obras fueron las literaturas alquímicas, por poner algún ejemplo.
UNA REFLEXIÓN SOBRE LA VERDAD
Si bien un símbolo tiene un significado en específico, y atendiéndome de lo que se ha expuesto de Jung, dicho símbolo no adquiere un carácter de simbólico mientras no viva el símbolo en cada uno de nosotros. Ya lo decía Jung, a saber: que un símbolo es viva a través de una experiencia cuasireligiosa.
La importancia de la simbología masónica es, meramente, el transmitir el conocimiento de generación a generación, haciendo que todas las enseñanzas, que pensaron grandes pensadores y gente humanitaria que, incluso, dedicó su vida para hacer el bien para sí mismos y para sus alrededores, no se pierdan ni mueran. Pues, a final de cuentas, siguen vivas dentro de nosotros mismos y, por ende, sigue la línea de reproducción en nuestras generaciones futuras. Es como los símbolos de las grandes corporaciones; algo despierta dentro de nosotros al ver todas estas marcas. Por eso, a criterio personal, un símbolo tiene un carácter mítico y mágico. Y a final de cuentas, interpretan una sola verdad, a saber: nuestra verdad de nuestro mundo.
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