El cerebro es uno de los órganos más complejos e importantes de nuestro organismo, encargado del sistema nervioso e involucrado en todas las funciones y tareas que realizamos diariamente consciente o inconscientemente.
Está formado por más de mil millones de neuronas que se comunican entre sí por medio de un proceso conocido como sinapsis, el cual consiste en señales eléctricas que permiten transmitir información de la terminal sináptica de una neurona hacia otra que recibe en sus dendritas y soma. Los primeros postulados sobre el crecimiento de las células cerebrales hacían referencia a un período crítico del desarrollo donde se establecían la mayoría de las conexiones neuronales y sinápticas, asociado únicamente a los cerebros jóvenes.
En consecuencia, se concluyó ampliamente que las heridas cerebrales resultaban en daños irreversibles, ya que se creía que los heridos no podían formar nuevas conexiones.
El psicólogo y filósofo William James introdujo el concepto de plasticidad del sistema nervioso en 1890, como un fenómeno que hace referencia al aprendizaje y la adquisición de habilidades mediante las influencias interpersonales y sociales que pueden ejercer un efecto en la estructura física del cerebro, modificándolo y estableciendo nuevas conexiones neurales. Desde entonces se han producido numerosos avances y la neurociencia moderna continúa explorando este campo, incorporando activamente disciplinas como la epigenética (estudio de los mecanismos que regulan la expresión de los genes).
Hoy en día, se reconoce que las áreas del cerebro conservan su maleabilidad incluso en la edad adulta como un fenómeno científico bien aceptado. Existen diversos mecanismos de neuroplasticidad y estos dependen del proceso que los origine y el lugar donde se desarrollan, tales como la ramificación, regeneración de fibras y células nerviosas, neurotransmisores, y la compensación conductual. Respecto a ésta última, se pueden desarrollar nuevas conexiones neurales mediante diferentes estrategias para el desarrollo de las capacidades intelectuales.
El cerebro humano responde consistentemente a estímulos externos internalizándolos, un proceso similar al razonamiento cognitivo consciente simulado cuando los factores externos se internalizan.
El cerebro, al ser un músculo orgánico, similar a otros músculos del ser humano se adhiere al principio de "Úsalo o piérdelo", requiere estimulación y ejercicio para su desarrollo y mantenimiento.
Las conexiones y redes neuronales exhiben crecimiento y fuerza cuando se utilizan, mientras que pueden debilitarse y disminuir a través de un proceso conocido como plasticidad homeostática si se descuida. A este respecto, la teoría de la integración de la conciencia es fundamental para aumentar la eficacia de la capacidad innata del cerebro para adaptarse a los cambios a través de la neuroplasticidad y la claridad auto-dirigida mientras se mejoran las redes neuronales.
Este es un proceso de autoconciencia o atención controlada donde los individuos deben estar en sintonía con sus estados emocionales en cualquier momento facilitando examinarse objetivamente a través de la reflexión y la introspección. En este sentido, la masonería facilita las herramientas para lograr este estado de autoconciencia. Como sistema iniciático y filosófico, centrado en el desarrollo personal, la expansión de la conciencia, y la búsqueda del autoconocimiento, la masonería fomenta la reflexión y la introspección que favorece la neuroplasticidad.
Los masones fortalecen sus habilidades cognitivas a través de símbolos, rituales, estudios específicos y prácticas de meditación. Mediante el trabajo sobre sí mismo, el masón conoce sus facultades y explora su interior, liberándose de condicionamientos y prejuicios y reconociendo la profunda conexión entre la mente y el espíritu. Para los masones el poder inmenso del ser humano radica en su fuerza de voluntad, en el control de la mente sobre el cuerpo, poder que alcanza con la razón y el auxilio de los estudios filosóficos y morales. De tal forma, se acerca a la SABIDURIA que preside la construcción de su templo, alcanza la FUERZA que lo sostiene adornándolo con BELLEZA.
Referencias-
Alcover, C. M., & Rodríguez, F. (2012). Plasticidad cerebral y hábito en William James: un antecedente para la Neurociencia Social. Psychologia Latina, Vol. 3, No. 1, 1-9
Delgado, J. G., Saavedra, M. M., & Miranda, N. M. (2022). Actualización sobre neuroplasticidad cerebral. Revista Médica Sinergia, 7(06).
Zeine, F., Jafari, N., Nami, M., & Blum, K. (2024). Awareness Integration Theory A Psychological and Genetic Path to Self-Directed Neuroplasticity. Health Sciences Review, 100169.
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