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Las Constituciones Hirsaugienses

Actualizado: 18 oct 2023

La “Constitución Hirsaugiense” es un documento que es origen, algunos autores lo mencionan, como consecuencia de las Constituciones Cluniacenses y de algunas otras reformas. También su origen proviene de Bernardo de Morland, abad de Massilia, y Udalrico de Cluny.


Esto es: deben su origen a la Orden de Hirsau de origen benedictina. Dicha orden es fundada alrededor del siglo VI por Benedicto de Nursia. En dicha orden, entre otras cosas, se hacia la labor de una vida completamente ascética, en donde se buscaba tanto una vida envuelta en el silencio tanto exterior como interior. En dicha orden se podía recibir, por ejemplo, a niños, pues pensaba la comunidad profana que los benedictinos podían trabajar con las cuestiones morales; por tanto, podían enseñar el arte de los buenos oficios, o como les llamaban, el arte de la masonería. Bajo este argumento, los benedictinos trabajaban con sus propios estatutos y reglas, por lo cual, fue la necesidad de crear “Las Constituciones Hirsaugienses”. Dicho documento, y atendiendo lo que nos dice Javier Agüero y Licia Chuecas, “es el fundamento de la Masonería tradicional y moderna (…)”.


Este documento fundamenta el uso de la regla de 24 pulgadas, el cual hacía alusión para los benedictinos al uso correcto del tiempo en las actividades diarias.

Para el grado de la Maestría era vital el perfeccionamiento constante del encargado de la logia; también se menciona el uso del mandil en los trabajos de la construcción. Ahora bien: la manera en la que se puede entrar dentro de la orden benedictina viene reglamentado en dichas constituciones. También establecen los signos distintios para cada actividad u oficio. Por ejemplo: para los maestros masones, se les asigna el signo de colocar el puño sobre puño, de manera constante, para simular la construcción de un muro. Así mismo, reglamenta el trabajo de albañiles y constructores. Según Eduardo Callaey, este documento se trata de la primera constitución monástica en la que los trabajadores en donde se dirimen los oficios de manera reglamentada.


Wilhelm de Cluny, proveniente del convento de Saint emmeram, fue quien convertiría a la Orden de Hirsau y promulgaría la reforma cluniacense en Alemania, así como también le daría renombre y prosperidad a la abadía. También fue el impulsor del nuevo estilo arquitectónico predominante de la época. Fue una figura fundamental, pues actuó de manera política en la “querella de las investiduras”, conflicto determinante entre Roma y el Imperio Romano Germánico, el cual desató en la separación y constitución –casi— de la Europa actual. Con respecto a la Orden de Hirsau, y a sus estamentos, reglas y normas, se menciona que eran hábiles en las artes mecánicas y de la construcción. Se refiere de esta orden también que construyeron monasterios e iglesias con gran belleza y diligencia.


Ahora bien: para Eduardo de Callaey, “Las Constituciones Hirsaugienses” dieron paso a un elemento fundamental para saber identificar a un masón en la actualidad, a saber: el uso del mandil. “Finalmente, en el momento en que partían, trayéndonos con alegría unos mandiles [manipulos] de provechosa hechura, recibimos a través de ellos la disposición del señor Hugo, venerable abad de Cluny, de que por su autoridad, una vez que nuestros señores hubiesen acordado su parecer y de acuerdo con lo que manifiesta el propio proyecto de la obra, si hubiese algún elemento inadmisible acerca de aquellas costumbres, tomando en cuenta el modo de vida del país, la situación del lugar y las condiciones de la época, lo quitáramos, si algo debía ser modificado, lo modificáramos, si algo debía agregarse lo agregáramos.” En esta cita, encontramos la palabra manípulos; dicha palabra tiene muchas acepciones, sin embargo, una que resalta la RAE es que es un delantal, haciendo clara referencia a las Consuetudines Cluniacenses. Así pues, vemos que dichas “Constituciones Hirsaugienses”, además de fundamentar reglamentos y estamentos que hasta la fecha los masones seguimos utilizando –es decir, que tienen vigencia de más de mil años— también podemos atisbar qué tanto hemos estado siguiendo costumbres antiguas, sobre todo con el uso del mandil, elemento vital para un masón.

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