¿Para qué sirve una Constitución?
Un elemento primordial que debe de tener una sociedad es tener una serie de normas y reglas en el cual, primeramente, se puedan reconocer y se puedan dirigir de cierta manera para un fin en común. Ya así lo establecía Jean Jacques Rousseau en su contrato social.
Una Constitución, según la RAE, es un “Ley fundamental de un Estado, con rango superior al resto de las leyes, que define el régimen de los derechos y libertades de los ciudadanos y delimita los poderes e instituciones de la organización política.” [i] Es decir, bajo la premisa de una mira para que un entorno se entienda y que exista una moral en la cual todos los sujetos inscritos a una sociedad puedan, en este sentido, legitimarse e identificarse.
Como tal, la moral ya viene implícita como Occidentales, quiérase o no, por los 10 mandamientos que Dios le dio a Moisés en aquellos lejanos ayeres. Y quiérase o no, así nuestras vidas se van rigiendo como tal. ¿Esto es bueno o malo? Depende de las circunstancias: hoy por hoy, si no existiera una ley que nos rija y coordine, posiblemente las sociedades actuales posiblemente tuviéramos una dinámica muy distinta de lo que hoy somos; o quizá no. Todo depende de las circunstancias. Aquí, en este sentido, entraríamos en un detalle de suma importancia: lo que es una necesidad.
Como dice Rousseau, así como profesión nació por medio de una necesidad –por ejemplo, la leyes nacieron para evitar la desigualdad entre el apoderado de una tierra y un despojado— así nace una constitución. Es decir, siempre una Constitución debe de nacer por medio de algo que aqueja a alguien. Por eso, mencionaba que es una manera de legitimarse y, sobre todo, de identificarse, parte fundamental de un ser humano.
Sobre la Constitución de Paris de 1523.
APROBADOS EN ASAMBLEA GENERAL
Siete o más francmasones debidamente capacitados, reunidos bajo la bóveda celeste, a cubierto de indiscreción profana, para discutir y resolver libremente, por mayoría de votos, los asuntos que les interesen colectivamente, forman una logia francmasónica, similar a las de la Masonería operativa.
Los trabajos en Logia se verifican durante las horas libres de ocupación de los reunidos, y de preferencia entre el medio día y la media noche, bajo la dirección de un Maestro Aprobado (presidente) y dos Celadores, también Aprobados (vice-presidentes). Las reuniones se efectúan ante los útiles de trabajo conocidos, colocados en el Ara del Medio en la forma acostumbrada, estando resguardada la entrada al recinto de la reunión por un Guardián seguro y resuelto, y un Experto retejador de los visitantes. Todos los que desempeñan cargos son elegidos por mayoría de votos de los francmasones reunidos, sea para una Asamblea o para un período determinado por ellos.
Los francmasones reunidos en Logia, de acuerdo con las reglas y costumbres conocidas desde tiempos muy antiguos, pueden, previa averiguación respecto a los candidatos, iniciar a los profanos en los Misterios (Secretos) de la Francmasonería y examinar a los Aprendices y Compañeros para elevarlos a los grados de capacitación superiores inmediatos, tomando de ellos la promesa de fidelidad en la forma acostumbrada, ante los útiles simbólicos del Trabajo y de la Ciencia y comunicarles los signos, los toques y las palabras secretas de reconocimiento y de socorro, universales entre los francmasones.
Es costumbre antigua, firme e inviolable, no admitir como francmasones a los hombres que tienen convicciones contrarias a los principios básicos de la Francmasonería, salvo en los casos de rebeldía franca de éstos contra la ideología de los grupos a que pertenecen.
No se admiten como francmasones los esclavos, los menores de edad y los incapacitados física y mentalmente. (NO EXISTE ALUSION A LAS MUJERES)
Unión, Solidaridad y Cooperación son los principios de organización interna de la Francmasonería Universal.
La inclinación al estudio y trabajo, la vida y costumbres sanas y normales, el comportamiento decoroso, el trato fraternal entre los asociados a la Francmasonería, la preocupación constante por el progreso y bienestar del género humano y por su propia perfección, son distintivas de un buen francmasón.
Para poseer los derechos completos del francmasón dentro de sus agrupaciones y dentro del pueblo masónico en general, es indispensable e imprescindible escalar los tres grados de capacitación de Aprendiz, de Compañero y de Maestro, y conocer en esencia la Leyenda no alterada de la Masonería Antigua respecto a la Construcción del Templo de Salomón; contribuir económicamente para el sostenimiento de sus agrupaciones; asistir regularmente a los trabajos de Logia; preocuparse por los hermanos enfermos, perseguidos o caídos en desgracia y por sus familiares; ayudar a los hermanos viajeros y no abusar de la confianza de nadie.
Son derechos esenciales de un francmasón:
Voz y voto en Logia y en la Asamblea General (Gran Logia) de los Maestros Masones;
Elegir y ser elegido para todos los cargos dentro de sus agrupaciones;
Pedir la revisión de los acuerdos tomados en Logia ante la Asamblea General de los Maestros Masones;
Exigir en Logia la responsabilidad de los elegidos en el desempeño de sus cargos;
Pedir justicia francmasónica en casos de conflictos entre los asociados a las Logias afines;
Formar triángulos y estrellas para trabajar Masónicamente en los lugares donde no es posible reunirse en Logia por razones de fuerza mayor;
Disfrutar de socorro, ayuda y protección mutua entre los francmasones;
Visitar las logias afines y ocupar los puestos correspondientes a su grado de capacitación, previa identificación de su calidad de francmasón en la forma acostumbrada y segura, y
Pedir el Certificado de Retiro de la Logia sin explicación de causas, estando en pleno goce de sus derechos.
LOS FRANCMASONES DEBEN PUGNAR POR el reconocimiento del principio de la separación de la filosofía de la teología.
Por la libertad de pensamiento y de investigación científica.
Por la aplicación del método científico experimental en la filosofía.
Por el intercambio de los conocimientos y de las prácticas entre los hombres para el bien propio y de la humanidad.
Por la libertad de conciencia religiosa y la prohibición absoluta a los clérigos de las religiones de inmiscuirse en asuntos políticos.
Por la abolición de los privilegios de las castas de la nobleza y del clero.
Por la prohibición de emplear a los esclavos en los oficios de los hombres libres.
Por los derechos de los pueblos de gobernarse libremente, según sus leyes y costumbres.
Por la abolición de los tribunales especiales de justicia del clero y de las castas de la nobleza, y el establecimiento de los Tribunales comunes, de acuerdo con las costumbres y leyes de los pueblos.
Toda Logia Francmasónica es soberana, no puede inmiscuirse en los asuntos internos de otras Logias, ni elevar a grados de capacitación superiores a los aprendices y compañeros afiliados a otras Logias sin su conocimiento o la solicitud de ellas.
Un pacto entre Logias significa la Cooperación y no la renunciación total o parcial de su soberanía.
Siete o más Logias Francmasónicas de un territorio determinado pueden formar una Federación (Gran Logia) y tres o más Federaciones pueden unirse en una Confederación.
Para preservar intactos los principios de Unión, Solidaridad y Cooperación no es recomendable la formación de dos Federaciones o Confederaciones sobre el mismo territorio.
La Asamblea General de los Maestros Masones es la autoridad Suprema en el territorio de una Federación, dicta las leyes, nombra y controla su Gobierno Federal y elige a los representantes que forman parte de la Asamblea de la Confederación.
Todo francmasón capacitado, electo para un cargo o representación, es responsable ante sus electores y puede ser destituido por ellos en cualquier momento si violara sus acuerdos y/o estatutos.
Entre los francmasones y sus asociaciones no pueden existir diferencias basadas en la distinción de razas, color o nacionalidad.
Los principios de Universalidad, Cosmopolitismo, Libertad (no esclavitud), Igualdad (ante las posibilidades) y Fraternidad (como base de relaciones entre los hombres) son las metas de la Francmasonería.
Como producto del pensamiento filosófico progresista, los preceptos básicos de la Francmasonería son sagrados e inamovibles. Estos preceptos no pueden estar en contraposición con los progresos de las Ciencias ni con las ideas avanzadas de épocas posteriores, por lo tanto los francmasones no pueden tergiversarlos ni omitirlos, sin perder su calidad de progresistas y de francmasones.
Dicho documento termina así: “Por el triunfo de la Verdad científicamente demostrable, por el progreso del Género Humano, por la Unión, la Solidaridad y la Cooperación entre los Francmasones y por la fraternidad Universal”
Bajo esta premisa de legitimación y de identificación, es como podemos abordar esta Constitución que fue hecha en París en el año de 1523, año muy agitado para la vida social. Como tal, esta carta corresponde a una necesidad que había en ese entonces, el cual se puede rastrear su origen en las bases del Renacimiento, y como tal, del Humanismo.
La corriente del Renacimiento y el Humanismo tuvo su gran esplendor en las postrimerías del siglo XV y prácticamente todo el siglo XVI. Artistas como Miguel Ángel, Leonardo, Maquiavelo o Montaigne, dirigían todas sus obras con base en algo, a saber: el renacimiento del ser humano a la escena pública. Es decir, el ser humano, consumido por los albores de la teología, fue colocado por todos estos personajes en un punto central, hablando filosóficamente. Es decir, ya el ser humano se despojaba del yugo de Dios y empezaba a trazar sus caminos. El Renacimiento nace –según algunos historiadores— en una ciudad donde era semillero de aquellas mentes: Florencia, Italia. Sin embargo, tuvo una larga acogida en toda la Europa. Esto responde a una necesidad, entorno a esto: el dejar ya atrás lo medieval y llegar a la modernidad. Sin embargo, si se quería quitar un milenio de medievalismo, ¿por dónde empezar? Lo que hacen los renacentistas y humanistas, es voltear a ver el pasado, hasta llegar con los romanos. Ellos fueron, mayoritariamente, quienes sentaron las bases de sus sociedades. Catón El Viejo cautivaba a todos los pensadores, pues denotaba una vida virtuosa. Ese era el “estilo de vida” que se pensaba en constituir en la sociedad en esos momentos y que se debía de atender tanto la escena económica, artística, filosófica y, sobre todo, política. Bajo este ideal, es como, se construye lo que es esta constitución de París, a saber: que el ser humano se debe de guiar bajo principios morales que sólo atañen al ser humano, es decir, a la razón misma. Para los humanistas y renacentistas, ese era el espíritu de los romanos; esa era su gran virtud.
Esta constitución esta construida desde las bases del derecho romano, y no es para menos tener presente esta parte, porque sin lugar a dudas es como podemos notar la corriente del humanismo y el Renacimiento diluida en las leyes que de ella emana.
[i] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> [13/10/2022].
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